Papá: ¿Qué hacen, niños?
Jade se encontraba al lado de Daniela, mientras que Jack se encontraba sola en la otra esquina.
Jade y Daniela: ¡Nada!
El padre observa como Daniela le susurra algo en el oído a Jade, mientras que Jack las observaba con despecho la escena. Parecía enojado. El padre decide intervenir una vez más.
Papá: ¿Contándose secretos, niñas?
Jade: [NERVIOSA]¿Qué? No, papá.
Papá: ¿Daniela?
Daniela: Para nada, tío.
Papá: ¿Jack?
El niño levanta la vista y la deposita en su hermana y su amiga.
Jack: [SONRIENDO] La verdad es que sí, guardan muchos secretos y dicen mentiras.
Jade: [GRITANDO] ¡Cierra la boca, Jack!
Papá: [Gritando] ¡No grites!
Jade: [Gritando] ¡Tú no grites!
El padre suspira.
Papá: ¿Estas contando secretos, Jade?
Jade: [MIRANDO A JACK] A él no le afecta, es solo Dani y yo.
Jack: Papá, ella está mintiendo.
Jade: [MOLESTA] Yo no miento.
Papá: Niños, ¿qué opinan de una historia?
Daniela, Jade y Jack: ¡Sí, sí!
Papá: Hace mucho tiempo, había un país en el que todo eran sorpresas: había fiestas sorpresa, regalos sorpresa, visitas sorpresa y mil sorpresas más. Niños y mayores las preparaban a escondidas con gran ilusión y cuidado. Luego, cuando llegaba el gran día, se descubría la sorpresa y todo se llenaba de alegría.
En el país vecino vivía el Señor del Silencio Oscuro, quien
sentía tanta envidia por aquella felicidad continua, que decidió acabar con
ella usando la peor de sus armas: los secretos.
Daniela: ¿Los secretos son las armas?
Papá: Así es.
Jade: ¡Pero si los secretos y las sorpresas son iguales!
Jack: ¿Verdad que sí?
Papá: ¡Ya no me interrumpan!
Jade, Daniela y Jack: Vale.
Papá: Bueno, comos les decía; los secretos eran muy similares a las sorpresas, pero algo los diferenciaba: ellos
odiaban la fiesta y la alegría, y nunca querían salir totalmente de su
escondite. Viajaban escondidos, siempre de una persona a otra, colándose en sus
corazones, y usando mil trucos para no ser descubiertos. De todos ellos, su
truco favorito era el miedo, haciendo creer que pasarían cosas terribles si se
llegara a descubrir el secreto. Pero en todo lo demás el parecido con las
sorpresas era tan grande, que el malvado pensó que nadie llegaría a
diferenciarlos.

El secreto voló veloz hacia el corazón de su mamá, dispuesto
también a atraparla, pero al tocarlo explotó en mil pedazos, dejando libre a la
niña ¡Menuda sorpresa! Nadie, ni siquiera el malvado Señor del Silencio, sabía
que los secretos no pueden atrapar al mismo tiempo el corazón de una madre y su
hija, porque están unidos por un amor especial que ni siquiera el miedo puede
romper.
Laura, sintiéndose otra vez libre y alegre, corrió a
contárselo a todos sus amigos. Estos, según fueron hablando con sus mamás,
vieron cómo sus secretos estallaban y obligaban a los sembradores de secretos a
volver a su oscuro y triste reino. Y libres del miedo, y felices de nuevo,
jamás volvieron a preocuparse por los secretos, pues sabían perfectamente cómo
diferenciar una sorpresa de un secreto. Bastaba con contándoselo a mamá, porque
al compartir sus corazones las sorpresas los llenaban de alegría y los secretos
estallaban en mil pedazos.
Daniela: Jack...
Jack: [MIRANDO A DANIELA] ¿Qué pasa?
Daniela: Lo siento.
Jade: Yo también lo siento. ¿Nos perdonas?
Jack: [SONRIENDO] Vale, pero con una condición.
Daniela y Jade: [AL UNÍSONO] ¿Cual?
Jack: Cuéntenme el secreto.
Jade se acerca a su hermano y se susurra al oído el secreto, luego se aparta.
Jack: ¡Qué asco! Yo no quería saber eso.
Daniela: [RIENDO] Te dijimos que no te importaría.
Jack: [GRITANDO] ¡Pues claro que no me importa que Tony te haya besado!
Jade: Ahora podrás imaginártelos toda la vida, hermanito.
Papá: [RIENDO] Qué niños.
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